Ventanas

A mi la nieve me gusta enmarcada. Con un marco de madera a ser posible. O dividida en pequeños cuadros separados por los junquillos de una vetana mas clásica. Yo, a la nieve, no le pondría visillos.
Convivir con la nieve significa vestirse de astronauta, llevar botazas y andar como un pato. Aunque también es cierto que, nunca como cuando hay nieve, agradeces la vuelta al calor del hogar. Y si es con chimenea, un café o una copa corta ya es la leche. Eso y una ventana, claro, para ver la nieve perfectamente enmarcada.

A veces la realidad nos resulta insoportable, agresiva o simplemente nos incomoda. Es mas llevadera si la enmarcamos. En una pantalla o en una ventana.

Durante algún tiempo, Nathaniel Willhem miró el mundo a través de sus ventanas. La obra gráfica que aquí vemos parte de la fotografía. Corresponde a un periodo concreto de aislamiento voluntario.
El lo explica así:
Hogareño no es la palabra. Prefiero pensar que fui hikikomori antes de que se inventaran. Mi universo es mi casa. Mi horizonte, las ventanas. Son tiempos de confusión pero no tristes.
En mi casa no hay cuadros, hay ventanas. Las persianas me aislan, solo si quiero. Basta con entornar los ojos para salir a la calle. A Chamberí o a Bonn.Tokio me quedaba mas lejos.